L os huesos de mi padre se perdieron
en el osario común
de Canoabo. Valle de grandes hojas lluviosas,
de insectos que vuelan como abanicos
y montañas que le dan vuelta al día
ya la noche de los astros.
Los huesos de mi padre
se perdieron en el osario del Universo,
entre las piedras preciosas de Dios
vistas desde la selva mágica
hasta la aurora
que reinventa todos los colores
y el vuelo de las aves
abriendo sus ojos
en el sueño del paraíso.
Los huesos de mi padre suenan
con su color marfil
y se van pareciendo a mis propios huesos
hechos de silencio eterno.
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