TE AMO, INFANCIA Te amo, infancia, te amo, porque aún me guardas un césped con cabras, tardes con cielos de cometas y racimos de frutos en los pasados ramajes. Te amo, infancia, te amo porque me regalas la lluvia que hace crecer los riachuelos de mi aldea, porque le diste a mis ojos un arcoiris sobre las colinas. ¿Aún existen los naranjos que plantó mi padre en el patio de la casa, el horno donde mi madre hacía el pan y doradas roscas con azúcar y canela? ¿Recuerdas nuestro perro que jugando me mordía las piernas y las manos? Nacían puntos de sangre, un pequeño dolor, pero todo pasaba pronto con el sabor de las guayabas, Te amo, infancia, te amo porque eras pobre como un juguete campesino, porque traías los Reyes Magos por la ventana. Un día llevaste a la puerta de mi casa un hombre de barba que hacía bailar un oso a golpes de tambor, y otro día le dijiste a mi padre que me regalara un asno negro. ¿Recuerdas que tú y yo lo bañábamos en el río? ¿Recuerdas que había una penumbra de bambú y helecho? Te amo, infancia, te amo porque me ponías triste cuando estaba enfermo, cuando mi madre me hablaba de su tierra lejana. ¿Recuerdas? Una vez me mostraste un eclipse a las diez de la mañana y las aves volvieron a dormir. ¿Existe aún aquel niño sin parientes que un día bajó de la montaña y me pidió el pan que yo comía en la plaza de la aldea? Te amo, infancia, te amo porque me regalaste mi aldea con su torre, y sus días de fiesta con toros y jinetes y cintas y globos de papel y guitarras campesinas que encendían las primeras estrellas más allá de los árboles. Te amo, infancia, te amo porque te recuerdo a cada instante, en el comienzo del día y en la caída de la noche, en el sabor del pan, en el juego de mis hijos, en las horas duras de mis pasos, en la lejanía de mi madre que está hecha a tu imagen y semejanza en la proximidad de mis huesos. |