Ique estremeció la ventana en una noche de mi infancia. El rumor del cielo y de la lluvia en los naranjos. La lámpara de aceite al pie del Crucifijo ensangrentado en los ardores de la pared encalada de aquel infinito dormitorio. El cielorraso de los murciélagos. Aquella vasta noche de relámpagos. La iniciación en la intemperie. | |
XVLa estrella en la frente del profeta. Vi la aldea de la pastora que llevaba el llanto. Nunca pasó la historia de las casas. Ellos movieron en silencio el día de mi muerte. | |
LA MUERTE DE CONSUELOyo ví el horizonte secreto de la muerte, sus oscuros y una luz en el olvido. Yo era la presencia del sufrimiento pidiendo limosna ante un altar. Yo estaba cerca de la bendición eterna, en la humildad de los siglos, íngrimo y solo, en la intemperie, recordando la adolescencia de Consuelo y mía, mi trabajo de pintor de anuncios en las carreteras cuando Juan Vicente Gómez reinaba en el centro de la miseria y de las cárceles. Yo regresé a todas mis edades llorando cada sepultura cuando Consuelo comenzó a morirse en la pasión de su martirio. |