Por José Ramón Medina
Publicado en El Nacional el 7 de setiembre de 1957
Salvo la consideración que ha merecido al grupo más directamente ligado a los intereses literarios del momento, poca es la atención que ha despertado en círculos de más amplia actividad la publicación de una reciente antología de Vicente Gerbasi. Para la poesía venezolana de los últimos tiempos, esa publicación constituye un acontecimiento de gran importancia, sin embargo, Vicente Gerbasi resume una de las experiencias brillantes y profundas de la poesía venezolana de nuestros días y en su obra total hasta hoy es posible advertir uno de los procesos verdaderamente auténticos que poeta alguno haya marcado en nuestra historia literaria. Con la muy especial característica de que la evolución personal, rica en variados matices y hondas resonancias estéticas y humanas, corre paralela con ese interesantísimo proceso que ha vivido la poesía nacional, a partir de 1936. Cualquiera que sea el punto desde donde se trate de enjuiciar la labor de Gerbasi, su poesía quedará -desde hoy y para siempre- como uno de los testimonios definitivos de esta época Poetas de todas las generaciones y tendencias reconocen sin ambajes el valor primordial que apuntala obra de Gerbasi. Pero es particularmente en el grupo de los nuevos, de los jóvenes, donde las últimas tentativas de su arte cobran resonancia singular y adhesión sin reservas. Por eso, el hecho que comentamos acerca de la poca -o ninguna- atención prestada a su antología es para meditar seriamente si no nos estamos enfrentando a un fenómeno de mayor envergadura que el que a simple vista parece, y cuya explicación pueda más bien asignarse a circunstancias diversas, más bien ajenas a la peculiar actividad del poeta en sí, y propias, quizás, del carácter que últimamente parece acordarse en general, entre nosotros, a las manifestaciones literarias, pero en particular a la publicación de libros de poesía. El hecho, sin embargo, -haciendo abstracción de origen y validez extraliteraria- no impide que nos quejemos de esa falta de atención a un suceso verdaderamente notable para la poesía venezolana, dentro y fuera del país; sordera y ceguedad que nos colocan en actitud cerrada frente al vigoroso empuje que parecen vivir los géneros literarios en pueblos hermanos, comprometidos con un destino creador similar al nuestro. Entre nosotros, acostumbrados casi siempre al juego deslumbrante de la improvisación, a la manifestación espontánea y muchas veces esporádica que resta seriedad y eficacia a la actividad del escritor -entendida ésta como fuerza integrador en la manifestación vital del intelecto fecundo-, casos y ejemplos como el de Vicente Gerbasi, dedicado por entero, -entre las diversas solicitaciones extraliterarias que la vida nuestra impone al intelectual- a un fecundo, constante y fervoroso entusiasmo tendido hacia la creación poética, son para alabarse, señalarse y alentarse con las mejores palabras de la sinceridad y del cordial afecto. La Antologia a que nos referimos, aparecida en las ediciones de la Biblioteca Popular Venezolana del Ministerio de Educación, es, a nuestro entender, el testimonio más elocuente de cuanto dejamos dicho. En ella se adviei·te -sin quiebras, granítica- la robusta capacicad lirica del autor, la revelación de su plenitud creadora, el proceso vivo y actuante de su poética, y lo que es aún más importante: la adaptación vigilante de una sensibilidad que no se anquilosa, sino que vibra al unisono con las conmovedoras inquietudes estéticas más recientes y que sabe adaptarse a ellas, incorporándose apasionadamente, pero manteniendo incólume, al mismo tiempo, la entrañable savia de su pasión original. Por eso, al decir nosotros que la Antologia de Vicente Gerbasi constituye un acontecimiento para la poesía venezolana de nuestros días, no estamos haciendo otra cosa que reconocer los méritos eficacísimos de su amplia y nutrida labor creadora. Porque esa antología revela, en forma definitiva, lo ya indiscutible, la presencia de un gran poeta venezolano contemporáneo. |