Cuentos, Artículos y Ensayos




Del libro "La Rama del Relámpago", Caracas, Ediciones Mar Caribe 1953. Notas sobre Poesía

LA RAMA D EL RELAMPAGO

La poesía estuvo al principio estrechamente ligada a la música y a la danza. Poco a poco fue logrando su autonomía, su libertad, su propia imagen, como ocurre con todas las cosas de acuerdo con la ley de la eterna evolución que rige el ser de la Naturaleza.

Dentro de esta autonomía ha venido alcanzando una tan alta y tan difícil depuración, que posiblemente se le podría considerar corno la mas alta manifestación del espíritu humano. En su evolución, la poesía ha llegado a exigir necesariamente lo que Rimbaud llamó "alquimia del lenguaje", es decir, una combinación o aleación de las palabras perfectamente ajustada al sentimiento, a la experiencia o la atmósfera que se quiera expresar, de modo que permita la estructuración cabal del poema, con su mundo de innumerables presencias y de infinitas resonancias. ¿Cómo dar una opinión clara y concreta sobre la poesía, acerca de lo que es realmente la poesía? Esto no lo ha hecho nadie. Ni los más grandes poetas, ni los más grandes críticos. Porque los mismos grandes poetas, que son dueños de la sabiduría poética, no sabrían explicar los medios de que se valen para estructurar un poema, y mucho menos sabrían hablar del fenómeno que tan misteriosamente los impulsa a componer ese algo que se llama poema. En el arduo trabajo de la poesía –en que hay de actitud mística, de oscuro esfuerzo, de hechicería, de exploración profunda del alma y de conocimiento mágico de la Naturaleza–, el poeta plasma la secreta y lúcida imagen de las vivencias esenciales del hombre. Por eso, un poema, que sea producto de un genuino proceso de creación, no es la expresión únicamente del hombre que lo ha escrito, sino de toda la humanidad, porque en ese poema ha de haber algo o mucho de la gran experiencia de la especie.

Ahora bien, el poeta que puede emplear el verbo universal, aun partiendo de experiencias locales; que puede mencionar lo que esta en el alma de todos, ha llegado a esa extraordinaria posibilidad por un constante y difícil trabajo interior, por un doloroso trabajo que sólo le es dado al artista y mediante el cual es posible crear.

El poeta, ser demoníaco

A muchos nos gustaría estar en posesión de las matemáticas del cosmos para no vivir en la desesperación. Nos gustaría explicarnos el Universo con los números y no con los sentimientos para sufrir menos y estar más cerca de la libertad.

Pero resulta que estamos condenados a sentir el Universo, sin podérnoslo explicar. Este es el caso de los poetas. A menos que se trate de poetas que sean dueños de las ciencias, y en este caso ya dejarían de ser poetas para ser científicos.

¿Pero hasta que punto un científico, un astrónomo, por ejemplo, puede no ser un desesperado cuando se coloca ante el Universo?

Cuando el hombre, por la inteligencia, por los sentimientos, por el anhelo, se colocó en el centro del Universo, desde ese mismo instante se convirtió en el blanco de todas las potencias. Desde ese momento soporta el peso del misterio. El hombre es el hombre porque tiene conocimiento del infinito y porque la inmanencia del infinito en él, lo hace necesariamente prometeico.

Nuestra tragedia consiste en ver el Universo desde donde estamos, desde nuestra limitación.

EI Universo le produce al poeta sobresalto, terror, pero acepta este sobresalto. En el deseo de expresarse radica la condición demoníaca del poeta, porque la expresión es el puente que el poeta tiende entre el Universo y el hombre. La palabra poética es una rebelión contra el misterio.

"Todo demoníaco, dice Platón es el Banquete (202, E), es alto intermedio entre lo divino y lo mortal" y tiene corno poderes propios "el de interpretar e intermediar entre dioses y hombres", y, "estando en medio de ambos, completar y poner al mismo todo en conexión consigo mismo".

"Ya sabemos, pues, en que consiste el endemoniamiento en general y del hombre en particular, en que su transfinitud esencial no respete ningún límite como definitivo, preténdalo imponer quien lo pretenda, así se diga que lo impone Dios" Juan D. García Bacca, Invitación a filosofar).

EI poeta es un ser en estado de rebelión porque el terror le obliga a ello. Su única defensa es la expresión aunque sepa que nunca dejará de ser un desamparado. Por eso el poeta se mete dentro de si mismo con el Universo y se angustia. Tal vez esta angustia sea lo que lo convierta en un alucinado. Extraordinariamente apto para la percepción sensible conviene todas las cosas que ve e intuye, en una alucinación, en la que cada objeto, perfectamente diferenciado, tiene una profunda relación con el infinito.

Pero el poeta no solamente es demoníaco porque es de esta manera, sino porque contagia su demonismo a los demás hombres mediante el lenguaje poético. EI coloca a los demás al borde de un abismo. EI despierta el espíritu de la rebelión.

Poesía vivencial

EI trabajo fundamental del poeta es descubrir su propio ser, desentrañar su propia alma, poner en evidencia, con todo el poder de sus sentidos, las experiencias que yacen en la luz y la sombra de sus abismos psíquicos.

Y es al mismo tiempo el más difícil de los trabajos del poeta este trabajo interior, este trabajo que nos conduce a nuestra propia revelación, a la revelación del mundo, a la revelación de la realidad.

La poesía es el medio por el cual le ha sido dado al hombre legar su documento más serio. Y es menester agregar que todo arte es la expresión más genuina del hombre. Por el arte la humanidad adquiere un valor trascendente y sagrado. EI arte nos revela un sentido superior de la existencia. Por el se permanece. Por el vemos en un espacio de Paris el maravilloso monumento de Notre Dame, pesado en el solamente movimiento de sus bloques grises, austero y resonante corno el mismo pueblo que lo rodea en el tiempo, asentado con un fuerte ímpetu de siempre renovada actualidad en la atmósfera malva de las estaciones del año parisino. Por el Beethoven se hunde en las constelaciones del corazón. Por el Miguel Angel deja apasionados gestos en la penumbra de las edades.

Entre todas las formas de expresión artística, es, sin duda, la poesía la más compleja, la más difícil y la más reveladora. En ella se aúna el delirio experimental que nos transmiten los sentidos al don primordial del lenguaje que el hombre ha heredado corno la más alta forma de la superación de la naturaleza para que sea lo que es corno hombre.

Pero el poeta no puede adquirir el dominio del lenguaje sin adquirir el dominio de si mismo, de sus experiencias, de sus vivencias. Si se quiere, nuestro mundo interior es, al principio, un caos. El trabajo secreto y siempre lento del poeta es diferenciar. Es necesaria una luminosa vigilia hacia adentro para que nos sea posible explorar nuestras regiones sumergidas y pobladas de vivencias. Hay abismos en el alma a los que es difícil llegar. Tal vez el sueño nos conduzca a ellos en momentos en que maduros relámpagos nos sobrecogen.

Hay en nosotros legiones de días y cada día ha sido experimentado con reacciones disímiles, con circunstancias diversas. Días de infancia con luz y colores subreales, días angustiados de la adolescencia, días cálidos y tensos de la juventud. Cada uno de ellos con innumerables instantes diferentes, y cada instante con una forma de la realidad, con un golpe oscuro del alma.

El poeta, en su exploración interior, ha de saber mirar, descubrir, la atmósfera de cada aspecto, de cada rincón de ese mundo. Si estos movimientos del alma se realizan en el poeta con verdadero recogimiento, con verdadero fervor, adviene el lenguaje. Por este profundo proceso, cada palabra encontrará su justo puesto, adquiriendo el valor mismo de la vivencia.

Para ello, es necesario que el poeta sea un hombre concreto.

La metáfora

Para el poeta la metáfora es el medio por el cual le es permitido erigirse en mago, en creador. La metáfora eleva la palabra a una dimensión feérica. Por ella las percepciones, las vivencias, los objetos se transmutan en representaciones animadas. La metáfora es un juego mediante el cual el espíritu realiza su secreto y sagrado anhelo de transformar y crear. Una bella metáfora es un milagro, y viceversa. Si mal no recuerdo, nuestro gran poeta Andrés Eloy Blanco decía en cierta ocasión que Cristo, al multiplicar los panes, había hecho una metáfora.

En el campo de la ciencia también aparece la metáfora. El hombre ha logrado transformar la energía en luz eléctrica, en maravillosos avisos luminosos que transforman las noches de las urbes en alucinantes movimientos de colores siderales. Ha captado las ondas hercianas para traernos a un apacible rincón de nuestras casas los sonidos y las imágenes de países lejanos. Ha desintegrado el átomo para ponerlo al servicio de la muerte o del progreso.

Cuando un poeta logra una metáfora, multiplica, desintegra una serie de elementos y los reintegra en un mágico movimiento del lenguaje, en el que intervienen el color, la forma, la música, formando una unidad imprevista. La metáfora, que está formada con elementos de la Naturaleza, con vivencias que la Naturaleza y la existencia le han ofrecido al poeta, no copia la Naturaleza. Es diferente a ella porque la recrea.

Si el lenguaje es el don primordial que el hombre ha heredado corno la más alta forma de superación de la Naturaleza, la metáfora es la más alta forma de superación del lenguaje. Es por ella que el poeta logra poner en juego su mundo vivencial y representar la Naturaleza en una dimensión de encantamiento.

La metáfora, que siempre se abre y se cierra a manera de arco diríamos de arcoiris aparece siempre con su propia atmósfera enigmática. Por eso ha de prescindir del lenguaje lógico. Sus matizaciones, ya sean de color, de forma, de sonido, han de ser expresadas con palabras que escapan a la lógica corriente. La metáfora es una invención, una creación que posee su propia lógica.

Huizinga, en su obra Homo Ludens, nos dice: "Lo lírico se halla lo más distante de lo lógico y lo más cercano de la danza y lo musical. El lenguaje de la especulación mística, del oráculo y de la hechicería, es lírico. En estas formas experimenta el poeta con mayor fuerza la sensación de una inspiración que le viene de fuera. Es cuando está más cerca de la sabiduría suprema, pero también de la insensatez". Emile Faguet habla una vez del granito de sinrazón que necesita la moderna lírica. Pero esto no se aplica solamente a la lírica moderna, sino que constituye la esencia de la lírica el moverse de los vínculos del entendimiento lógico. Un rasgo fundamental de la figuración lírica es que propende a la exageración desatinada. La poesía tiene que ser exorbitante. Las fantasías de los enigmas cosmogónicos y místicos del Rigveda y el lenguaje figurado de Shakespeare, que había recorrido todos los caminos de la tradición clásica y de la alegoría, y había conservado, sin embargo, el ímpetu del vate arcaico, coinciden en imágenes locamente atrevidas".

La metáfora aparece en un momento de creación, o de lo que se ha llamado tradicionalmente inspiración, es decir, en un momento de embriaguez del alma, de locura, en esa sucesión de "instantes" en la que le es permitido al poeta manejar la alquimia del lenguaje. Así corno el pintor desconoce en la paleta los colores para dar las pinceladas que habrán de constituir la armonía, la melancolía, el contrapunto de su obra, así el poeta, mediante la metáfora, descompone los elementos para constituir la unidad creadora del poema.

La metáfora, dentro del poema, es corno una sucesión de relámpagos que iluminan un mundo nocturno.

Poesía y realidad

El poeta es un ser atento a la realidad, a lo que ve y a su acontecer interior. Su mundo íntimo, su alma, su complejo psíquico, está formado por las experiencias que le ofrece su existir en la tierra, en medio de los demás seres humanos y de las cosas.

Por ser el poeta apto para las más sutiles percepciones, es capaz de formarse un mundo interior en que cada cosa llega a diferenciarse con su atmósfera emocional

El poeta es la más alta superación de los sentidos. Ellos nos ofrecen las vivencias y la magia del mundo. Los sentidos, cuando aprehenden la realidad, le dan un contenido metafórico a las cosas. Ellos descubren las esencias y las relaciones. Los sentidos son los grandes creadores. Ellos constituyen la posibilidad de una verdadera y profunda alegría para el hombre.

El poeta esta formado por una gama infinita de vivencias que la realidad ha ido acumulando en su subconsciente. En el poeta hay siempre un tremendo signo de fatalidad, porque es el que vive en vigilia. En él hay siempre un soplo de angustia, un anhelo, un ascenso y una caída.

El "instante", siempre tan revelador en su relámpago, las fosforescencias oníricas extrañamente organizadas en los abismos psíquicos, las presencias cotidianas; las cosas que ven los ojos, siempre tan necesarias para la formación de la materia poética, las visiones, las intuiciones, todo esto forma al poeta. Y la poesía es el lenguaje íntimamente identificado con el mundo del poeta.

El poeta llega al dominio del lenguaje por una actitud artística frente al mundo, por una permanente atención de sus experiencias, por el estudio del fenómeno poético y por el anhelo de expresar lo que aprehenden sus angustiados sentidos.

El poeta es el que logra el sentido de la magia, es el que llega a tener conocimiento de la belleza, es el que alcanza sabiduría poética.

El ejercicio poético es un sacerdocio, en el que se vive como inmerso en el mundo, en la existencia, en la realidad, con el anhelo intransferible de expresar el estar aquí, es decir, de legar un documento en que conste que se ha vivido y que se ha visto con angustia y con fe.

El que pretende hacer una poesía en un plano de evasión desconoce la poesía, es decir, no es poeta, porque la poesía reside en la realidad.

Pero la realidad posee su misterio, su perfección, su monstruosidad, su aspecto angélico y su aspecto demoníaco, su encantamiento, su sortilegio. Y he aquí que esto es lo que el poeta descubre y expresa, así corno los músicos encuentran también en la realidad, a través de sus sentidos, la música que otros nunca oyeron antes. EI músico organiza el mundo de la música, el poeta organiza el mundo de la poesía.

Existe una actitud del poeta del artista en general. Esta actitud crea para él la atmósfera, la tensión, el impulso, el fervor, la fe, que le permiten estar en contacto creador con el mundo. Pero si vemos bien, el poeta vive en el ámbito de lo sobrenatural, por cuanto la naturaleza, la realidad, lo cuotidiano, todo lo que constituye las vivencias, los afectos, las noches y los días, son para él lo sagrado.

Creo que el mayor problema del poeta es el de su autenticidad, y de consiguiente, el de la autenticidad de su poesía. Un poema sólo es autentico y es bueno cuando antes de ser escrito ha existido en el alma del poeta. Porque el poema debe existir. El poema no se inventa. EI poema que existe por un proceso de vivencias ofrecidas por la realidad, posee validez universal y humana, por cuanto todo lo que nace del alma humana es humano y es universal.

Paisaje y poesía

La poesía, podríamos decir, nace de un profundo entusiasmo por la belleza. Este entusiasmo se va formando en nosotros por nuestro contacto con la naturaleza, cuyos inagotables aspectos abisman nuestra alma en la armonía y en el misterio.

EI paisaje en que transcurrieron los días de nuestra infancia, especialmente si ésta fue campesina, formó en nosotros el sentimiento de la naturaleza.

Nuestras primeras nociones del mundo germinaron en aquellos lejanos parajes de las horas mágicas. Nuestras primeras experiencias, nuestras más hondas vivencias tienen una estrecha relación con aquel paisaje. Por eso, pasado mucho tiempo, nuestras nostalgias, nuestras melancolías, nuestras tristezas o nuestras alegrías, en fin, muchas de las reacciones espirituales se relacionan frecuentemente con los paisajes que conocimos en nuestros primeros años.

En todos los tiempos los poemas se han valido del ambiente eglógico para expresar hondos movimientos del alma, y, sin duda, estas descripciones bucólicas están fundadas en elementos captados en algún momento de su existencia, especialmente de la infancia, cuando los sentidos son más claros para el hechizo de la naturaleza.

EI poeta llega a consustanciarse de tal modo con el paisaje que lo rodea que los elementos que constituyen ese paisaje llegan a ser para el símbolos de sus sentimientos y de sus experiencias.

Por eso la poesía no copia la naturaleza. La transforma, la recrea, mediante un trabajo secreto.

EI paisaje, o los elementos del paisaje, son expresados en un poema después de un lento proceso en el que intervienen feéricos movimientos del alma y un depurado sentido del lenguaje.

EI entusiasmo por la belleza nos acerca cada vez más a la existencia de las cosas, a la vida de los ríos, de los árboles, de los insectos, de los hombres, a la armonía infinita de los astros, en fin, a la maravilla del cosmos, y nos va haciendo siempre más aptos para adquirir nuevas y grandes experiencias.

Por lo regular la poesía de un determinado país se caracteriza por el colorido, por los matices del paisaje.

El paisaje de América, hecho de grandes convulsiones verdes ocres, tendido en un materno terror nocturno, en que se juntan el hielo y el fuego, la garza y la serpiente de coral, los tenebrosos ríos y el ave del paraíso, el fuego fatuo y la cabeza turbia del toro, las anchurosas soledades y la presencia enigmática del hombre, no ha sido expresado plenamente por la poesía.

Entre nosotros se acercó bastante el paisaje nacional, especialmente al paisaje llanero, Francisco Lazo Martí, poeta que tuvo un fino sentido de los ricos y al mismo tiempo violentos y suaves matices del ambiente llanero.

En America hay dos poetas que con su gran poesía comenzaron a descubrir, con un poderoso lenguaje, el misterio de nuestro continente, ellos son Cesar Vallejo y Pablo Neruda. Con ellos nace un nuevo sentido, es decir, el verdadero sentido del paisaje de estas tierras que habían sido vistas simplísticamente y fotografiadas por kodaks de turistas, por los poetas nativistas o criollistas. Es ahora cuando se comienza a desentrañar la diabólica y apasionante sinfonía de sus montañas de sus ríos, de sus minerales, de sus selvas, de sus peligros, de todo ese magnífico caos donde impera la maravilla y la soledad prometeica del hombre.